Desnudos

Sus desnudos son los temas más elaborados. Por ello la pincelada se hace más insistida y su fidelidad al clasicismo más notoria.

Son numerosas las obras con desnudos de la década del ’30, de grandes dimensiones, con una o varias figuras, con poses por lo general de reposo o con ligeros movimientos de brazos, casi siempre con fondo de paisaje.

Gracias a la justeza del dibujo y la seguridad de su resolución fue designado como catedrático en la Academia de Bellas Artes.

El desnudo tuvo siempre una fascinación especial para el maestro. Para él, era un desafío lograr las carnaciones de un desnudo femenino, sus matices, su tersura.

Por lo general, encara el tema en grandes dimensiones, con una, dos o tres figuras. Los de pequeño formato son ejercicios previos obligados para llegar a sus grandes figuras, o condensaciones de sus obras mayores.

En una ocasión, cuando cumplió 89 años, el Museo Municipal de Arte Moderno le dedicó una exposición en su homenaje, donde sólo se exhibieron sus desnudos. Allí el público pudo apreciar, en conjunto, las mejores obras sobre el tema y realmente produjo un gran impacto, especialmente en la joven generación de pintores mendocinos.

Roberto Cascarini acepta este reto de la historia, y el tema lo entusiasma por sí mismo, sin consideraciones a lo que fue o a lo que vendrá, a lo que se hizo, a lo que se hace o a lo que se pintará mañana.

Para trabajar el tema, cuenta a su favor su total dominio del dibujo. Formas y proporciones no tienen secretos para él. El dibujo de un desnudo aún con violentos escorzos, es un logro seguro. Luego viene el color, es éste el mayor desafío. Modelar por el color, evitar los efectismos, los claroscuros violentos, mantener la paleta clara, el color limpio, las sombras transparentes y modelar con suavidad, con dulzura, variando matices, ajustando tonos.

Cascarini ama el desnudo por sus posibilidades pictóricas y asume el tema como un desafío a sus potencialidades como pintor.