Los retratos y autorretratos son abundantes en su obra. Su dominio del dibujo y su facultad innata para lograr el parecido lo convirtieron en un buen retratista.
De 1919 se puede rescatar un autorretrato delante de una biblioteca. Dibujo y color, en armonías bajas pero ricas de matices son de una resolución muy personal. A este autorretrato se suman otras retratos, paisajes, figuras populares, desnudos y naturalezas muertas, verdaderos logros que conforman antecedentes y trayectoria.
Pertenecen a su primera época el Retrato de Pedemonte y el Autorretrato de 1932. Indiscutiblemente son demostrativos de un estilo que se afirma. Los caracteriza el dominio del dibujo, la correcta ubicación de la figura en el cuadro con pocos elementos paisajísticos de fondo. Entre uno y otro pueden notarse algunas diferencias, en el Autorretrato se libera de ciertas durezas del Retrato de Pedemonte y acusa además, un constructivismo que no sólo se da en la composición y en las líneas, sino incluso en la pincelada y el color que va modelando la figura por planos.
En 1926, realiza un retrato de una niña de melenita corta, figura de medio cuerpo con un libro en la mano. La técnica empleada es a la pluma con tinta china, sobre fondo acuarelado. Es de una gran frescura de realización y una técnica impecable.
Otros retratos como los de su esposa y su hija Silvia, son obras de amor y tienen todo el encanto poético de la ternura que los inspira, como el que titula Amor maternal, y Retrato de mi esposa encantadoramente ataviada con sombrero y piel blanca al cuello, en lápices de color y pastel.
En Mendoza continua su interés por el retrato, en especial los retratos familiares, su esposa y sus hijas. Se destacan Silvia R. luciendo sus primeras trenzas, yLili y el piano, Amalia con su bella figura infantil en traje rojo junto al piano. Así también deja muchos retratos resueltos al pastel o el óleo de personas que le atraían por su carácter, especialmente de amigos.
Pintó además retratos por encargo de hombres públicos y de figuras históricas. Esto se debió a sus grandes dotes como retratista, apoyado en su dominio del dibujo, su retentiva y su sensibilidad para captar el carácter de los modelos.
Nunca usó fórmulas ni estereotipos. Cada retrato fue resuelto ateniéndose al estudio directo del modelo para captar al máximo su semejanza, tanto en lo físico como en su carácter. Un estudio en carbonilla era el punto de partida, a veces realizaba varios bocetos y estudios previos. Luego encaraba la obra definitiva, prácticamente el retrato estaba ya resuelto, de manera que manchaba la tela y requería nuevamente del modelo para pocas sesiones más.
Entre los principales retratos, se pueden citar el de Vicente Nacareto, el de Antonio Di Benedetto, el del Ingeniero Lombardozzi, notables tanto en la captación del parecido físico como en el carácter.
Hay, en estos retratos de Mendoza, una gran frescura de realización aún cuando, por exigencias del motivo requería mayor realismo.
Cuando resuelve figuras en las que no se ve condicionado por el compromiso de realizar el parecido, logra obras de mayor libertad expresiva. Como todo buen retratista se vio comprometido a realizar retratos de valor histórico. En 1942 le fue encargado un retrato del Gral. San Martín, por la Universidad Nacional de Cuyo, para el Club Internacional de la Universidad de Cornell, Estados Unidos.
También realizó retratos de otras figuras históricas, como Mariano Moreno, el retrato de cuerpo entero del General Blas Brisoli, en uniforme militar, y el del General Gerónimo Espejo, que se encuentra en el Liceo Militar de Mendoza. Casi inevitable es el detallismo de uniformes, entorchados y medallas en los retratos oficiales.
El valor de estas obras se puede buscar en la habilidad del pintor en resolver la figura en el espacio del cuadro, logrando el parecido de acuerdo al modelo.