La obra de Roberto Cascarini es una afirmación de excelencia técnica, pero al servicio de un sentimiento profundo y hasta poético de la forma.
En él, la armonía entre forma y contenido es manifestación de su voluntad de expresión artística.
Fue consciente de no haber desvirtuado los grandes principios del arte y de haber sido fiel a las leyes más exigentes de la forma. Sintió ante sus obras ese legítimo orgullo del artista que sabe que la meta que se propuso alcanzar en sus años de iniciación la cumplió con creces, sin renunciamientos a lo largo de tantos años de permanente labor.
El pintor vivió 95 años y prácticamente murió con el pincel en la mano. Contando algunos intentos finales, vivió 80 largos años de producción artística.
Como en cualquier artista, la obra es siempre reflejo de circunstancias personales y aún externas. Cascarini no es una excepción.
Desde las primeras obras predomina la línea sobre el color, es al dibujo al que le dedica sus preferencias, dibujo preciso, de exactitud absoluta en la captación de la forma, expresivo cuando la necesidad del motivo lo requiere, alejado de la realidad discretamente cuando quiere acentuar la poesía y el encanto del tema abarcado.
El color es el que requiere su obra exenta de dramatismos, el color claro de armonías serenas, sin estridencias. Su pincelar es tal vez lo que más varía desde las primeras obras. El pincelar fundido, cuidado de sus primeras obras, se mantiene en los desnudos y en algunos rostros por su necesidad de expresión realista, pero lentamente se libera de esta sujeción para empezar a estructurar en toques netos los planos simplificados de las formas. Su composición siempre busca el equilibrio, las correspondencias y ritmos dentro de esquemas previamente meditados.
Cascarini logra la expresión de la belleza, belleza depurada sin alardes de virtuosismo, sin ímpetus de creador facilista. Su obra resume el rigor de los clásicos con un dibujo irreprochable, con un cromatismo límpido de matiz justo, con la poesía de un alma sensible y el coraje de quien eligió su destino y supo cumplirlo con honestidad en su obra como en su vida.